lunes, 9 de julio de 2007

Vivir

Vivir ¿para qué? Hay muchas respuestas y muchos ni se plantean la pregunta: están vivos y, por tanto, viven. Respiran mejor o peor, se ganan la vida, acatan los ritos desde el bautismo al funeral. Otros dan la respuesta obvia: Para enriquecerse, gozar del dinero,... O, al contrario, vivir para liberarse de posesiones...

O vivir para alcanzar otra meta. ...‘El hombre muerto vive en tuviendo historia’. ...otro motor del vivir: el ansia de fama, de que gentes aún no nacidas nos recuerden después de nuestra muerte. ...

Vivir también –y esta meta la hago mía– para hacerse. Todos se hacen, nos hacemos, sabiéndolo o no, pero sólo si se es consciente de ello se vive de verdad, en activo: colaborando con la vida en vez de dejarse llevar. Crearnos creando...

Hacerse, sí; pero no nos hacemos nosotros solos...

¿Para qué vivir? Es una buena pregunta y mi respuesta es vivir para hacerse, pues hacerse es vivirse y no sólo estar vivo ni, menos aún, vegetar. Pero aún importa más otra pregunta: ¿Para quién vivir? Pues ni se hace uno solo ni se vive a solas. ...

Y justamente cuando nuestras fuerzas decaen y el hacerse resulta menos posible –es decir, cuando el para qué vivir apenas tiene respuesta práctica– resplandece más la trascendencia del para quién vivir: para quienes somos deseados aun vencidos y caducos porque, aun así, somos indispensables colaboradores en su hacerse, en su propio vivir para nosotros. Tener a quienes nos quieren, y más aún en nuestro desvalimiento y ocaso, es la culminación de quienes somos; es la seguridad, hasta el final, de hacernos recibiendo, igual que nos hicimos dando.
José Luis Sampedro. Monte Sinaí.
Círculo de Lectores, Barcelona, 1.998 (pág 74 a 78)

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