El viernes fui a recoger unos libros que teníamos encargados en una librería y, como siempre que entro en una -y dispongo de algo de tiempo, en este caso bastante-, me puse a curiosear. Encontré bastantes cosas de mi interés, como siempre, y salí con algún libro más de los que iba a recoger, como casi siempre.
Entre los que llamaron mi atención, en la sección de literatura juvenil, destaco "Aprendiendo a ser mala", de Pablo Mérida. No, no fue con éste con el que salí de más. Se me ocurrió darle la vuelta para leer lo que había escrito en la cubierta posterior y me encuentro con esta perla, cito textualmente:
"Si estás harta de la rutina y sueñas con que pase algo extraordinario en tu vida... no lo dudes más: ha llegado el momento de convertirte en una chica mala."
Pienso que es sólo un recurso de la editorial (La Esfera de los Libros) para llamar la atención de las jóvenes, y los jóvenes, para que adquieran el libro; y aquí vino mi reflexión: para captar lectoras y lectores, para llamar la atención sobre un libro, para venderlo, ¿hay que decir que se va a enseñar a ser mala? (no incluyo, en esta reflexión, el título que da el autor, que puede tener otras intenciones y otro significado, tendría que haber leído el libro y no lo he hecho), para que suceda algo interesante, extraordinario, en nuestra vida, ¿hay que convertirse en, ser, una chica mala? Entonces, ¿lo mismo es también válido para el otro género?
Tal como están las cosas no creo que la editorial ha estado muy "fina"; en lo de "ser mala" (y por ende "malo") caben muchas cosas.
Supongo que es que a las buenas, y a los buenos, no les ocurren cosas interesantes, extraordinarias en sus vidas.
Y es que, la bondad, no vende: es ordinaria, aburrida, sin interés.
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